Por
Denisse Espinoza
Articulo

Hasta septiembre, Antofagasta se convierte una vez más en el epicentro del arte contemporáneo con la nueva edición de la Bienal SACO. Son más de 50 artistas de distintas partes del mundo con obras que cruzan arte, ciencia y tecnología, transformando paisajes y lugares históricos de la ciudad. Aquí, tres artistas extranjeros, de Argentina, Turquía y Rusia, develan su significativa relación con la geografía nortina y con el llamado de la bienal a inspirarse en los “Ecosistemas oscuros”.

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El desierto de Atacama, un paradigma de lo extremo, fue desestimado por científicos como Charles Darwin y Rodolfo Philippi, quienes lo veían como un páramo sin vida, predestinado a la minería. Pero la fe en los sentidos puede ser engañosa. Lo que los ojos no vieron, el subsuelo lo guardó. Apenas hace dos décadas, la "biosfera oscura" emergió y mostró a los poliextremófilos, microorganismos campeones de la resistencia, capaces de soportar mil veces más radiación cósmica que un humano, aferrándose a la vida en las condiciones más impensables. "Si solo pudiéramos ser como ellos. Saber detenernos por completo. Navegar entre los límites líquidos de la vida y la muerte", dice el texto curatorial de la nueva edición de Bienal SACO 1.2, titulada “Ecosistemas oscuros”, escrito por su creadora, la artista de origen polaco Dagmara Wyskiel, quien hace más de una década se propuso crear este evento de arte contemporáneo de primer nivel, justamente en el norte de Chile, donde no existen las escuelas ni los museos de arte y la disciplina debe luchar por encontrar nuevas formas de resiliencia.

“Los hilos conductores de SACO siempre nacen de lo local, para resonar en lo global, conectando la fascinante microbiología del desierto con preguntas universales sobre el origen y la persistencia de la vida”, explica Wyskiel que con este texto invitó a más de 50 artistas de distintas parte del mundo a explorar esos "espacios oscuros que no hemos investigado suficiente o donde no le hemos puesto la atención", abordando ejes ecológicos, filosóficos y existenciales que desde el arte redefinen nuestra relación con lo invisible.

Inaugurada el pasado 24 de junio con una muestra colectiva en La ex Molinera, su sede principal —un histórico espacio que antaño resguardaba la harina para todo el norte de Chile y adquirido por el Gobierno Regional en 2022—, la Bienal SACO se extenderá hasta septiembre. Presentada por Escondida | BHP y con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y del Gobierno Regional, la bienal despliega su universo artístico con paneles y obras en emblemáticos puntos de Antofagasta como el Muelle Melbourne Clark, la Pinacoteca Waldo Valenzuela y diversos espacios públicos. 

Artistas de latitudes tan diversas como Brasil, Mongolia, Nueva Zelanda, Islandia, Canadá, Lituania, Paraguay, Turquía y Alemania, exploran diversos formatos que transitan desde los más tradicionales como la pintura, el collage y la fotografía, hasta la vanguardia de los nuevos medios, con performance, instalaciones sonoras, video arte que usan tecnologías análogas y digitales como realidad aumentada e inteligencia artificial.

Meditaciones robóticas, arqueología futura y un atlas sonoro

Uno de los artistas que combina arte y tecnología con una trayectoria de más de dos décadas es el ingeniero industrial y artista argentino Joaquín Fargas, quien el 26 de junio inauguró su muestra Futuros especulativos en Sala de Arte de la Fundación Minera Escondida.

Desde el umbral de entrada, un robot monumental de dos metros y medio de altura, invita con un movimiento de cabeza a cruzar el velo hacia lo desconocido. Antes de ingresar se proyecta el video Gaia 3.0, que nos transporta a una ancestral conexión con la "madre tierra", fusionando la mitología griega con la Pachamama andina a través de performances en la naturaleza que sugieren un retorno a nuestras raíces esenciales. Este viaje visual culmina con el Proyecto Biosfera, una instalación compuesta por biosesferas de vidrio, microecosistemas verdes sellados que reflejan la fragilidad de nuestro propio planeta, recordándonos que "los materiales son limitados, los recursos son los que hay acá, y de alguna forma depende de nosotros la subsistencia en este planeta".

Sin embargo, el corazón de Futuros especulativos son los 24 robots conectados en una meditación silenciosa, sus movimientos rítmicos dirigidos hacia un sol tecnológico, un guiño a un sistema solar distante donde fueron hallados en un futuro lejano. Estos autómatas, descendientes de una "robot nana" que aprendió a nutrir la vida humana, cuenta Fargas como parte del relato, son ahora emisarios traídos al presente para recordarnos nuestra misión: "hacernos pensar sobre el futuro desconocido, especular, inferir, imaginar lo que queramos del futuro para luego llevarlo a la acción", explica el artista, sobre nuestra agencia en un universo en constante devenir.

Los robots meditativos de Fargas aluden además a su profunda vocación educativa. Sus planos fueron diseñados para ser compartidos como tecnología “open source, open hardware”, para que cualquiera pueda replicarlos libremente. Este espíritu democratiza la creación y el aprendizaje, convirtiendo cada robot replicado en una semilla de conocimiento y experimentación para el público interesado en la robótica y el arte. “Mi mayor satisfacción es que mi obra se popularice y que cada uno de mis proyectos tenga siempre asociado un programa educativo”, sostiene el artista. Por eso también, los mediadores de la muestra reciben a los estudiantes con una pregunta: ¿Cómo imaginas el futuro?. En una pared, el público va pegando con post-it sus respuestas y reflexiones. “Me interesa fomentar el diálogo sobre los temas de fondo y la relación entre arte, ciencia y tecnología. Gatillar el debate sobre en qué momento se produjo esta división”, plantea Fargas. “Para mí siempre ha habido una simbiosis: no son campos separados, son parte de un todo inseparable del conocimiento humano”.

Futuros especulativos, Joaquin Fargas, 2025

La participación del público también es uno de los motores del trabajo de la dupla de artistas provenientes de Turquía, Ahmet Rüstem Ekici y Hakan Sorar, quienes exponen en La ex Molinera, Inhabiting the Void (Habitar el vacío), una obra instalativa que explora la idea de realidad en capas. El cuerpo físico de la obra es un arco textil en forma de proscenio, que en sí mismo hace referencias históricas al territorio. Los patrones que tiene en su superficie surgen de una reinterpretación hecho con IA de fotografías de texturas locales andinas. El "vacío" en su centro no representa una ausencia, sino un potencial. Cuando el espectador dirige su dispositivo móvil y escanea este vacío utilizando realidad aumentada se revela una narrativa oculta en su interior: la herida ecológica de los vertederos de ropa en Atacama. “El espectador se convierte en un arqueólogo del presente, excavando una memoria contemporánea suprimida a través de su propia acción”, explica Ahmet Rüstem, quien proviene del mundo del diseño de interiores y la escenografía. Junto a Hakan Sorar, artista multidisciplinario que partió trabajando con fotografías y collage a los que luego integró técnicas digitales como modelado en 3D y realidad aumentada, se ha dedicado a explorar temas como la historia y las relaciones entre arquitectura y arqueología cruzadas por las nuevas tecnologías. En SACO también exhiben otra obra adaptada al territorio: Theatrum Mundi, una plataforma interactiva en la que los participantes se convierten en colaboradores activos del proceso creativo. 

Usando un joystick, se recorre un paisaje virtual inspirado en la geografía y arquitectura de Antofagasta y el desierto de Atacama. Al tiempo que se avanza, se “reescribe el estado de ánimo" del paisaje que va cambiando de luz, atmósfera y sonido. El punto crítico es que estas “reescrituras” son permanentes; o sea la acción de cada visitante se convierte en un terreno, una memoria acumulada, que el siguiente “jugador” retoma. “La obra es una "geología digital" viva y constantemente reescrita” dice Rüstem. “En lugar de realizar una arqueología del pasado, Theatrum Mundi construye la arqueología del futuro, a través de las acciones del espectador. La pregunta es ¿Qué nos contarán en el futuro estas nuevas "ruinas" digitales que creamos colectivamente?”, agrega.

Para los artistas – radicados en Estambul y que han exhibido sus obras en importantes eventos como Ars Electronica, Mardin Biennial Invited, Thessaloniki Queer Arts Festival y Sonar +D – la invitación a estar en SACO bajo la idea de “Ecosistemas oscuros”, cobra mucha resonancia. “Es muy significativo, porque nuestro interés no radica en los centros iluminados de los que hablan los libros de historia, sino en las conexiones pasadas por alto y silenciosas que han quedado en las sombras de las grandes narrativas. Como artistas, vemos nuestro papel no como historiadores que documentan hechos, sino como cartógrafos que trazan posibilidades”, dice Hakan Sorar. En ese sentido, la dupla defiende y valora el uso de tecnologías como la inteligencia artificial en tanto funciona como un “colaborador” que “empuja los límites de la imaginación humana y produce formas e ideas inesperadas”. “El historiador del futuro tendrá que analizar no solo textos escritos por manos humanas, sino también los rastros de datos dejados por los algoritmos de esta era. Nos entusiasma trabajar en este campo nuevo e incierto”, sostiene Sorar.

Theatrum Mundi, Ahmet Rüstem Ekici y Hakan Sorar, 2025

Dentro de la delegación de siete artistas locales e internacionales que el 17 de julio inaugurará la muestra "Ecosistemas oscuros" en el Muelle Histórico Melbourne Clark, está Oksana Rudko, artista nacida en Siberia y afincada desde 2022 en Brasil.

Casi por accidente llegó al país luego de entablar una colaboración con un diseñador brasileño durante la pandemia con el proyecto Poesía 2020 y sus primeras experiencias fueron haciendo una performance desde el cementerio de Consolação en São Paulo, donde leyó el Manifiesto de la Antropofagia en ruso en la tumba de Oswaldo Andrade, que fue transmitida en vivo en una galería en San Petersburgo. Además, participó en la Bienal de Arte de São Paulo, donde hizo una intervención con un objeto sonoro creado por ella, bautizado Cafunzinho, como parte del proyecto migratorio Criaturas sonoras.

“Ni siquiera podía imaginar que en menos de un año, la guerra comenzaría en Ucrania y mi imagen familiar del mundo, como la de millones de personas en esa parte del planeta, se derrumbaría de la noche a la mañana”, recuerda la artista que decidió radicarse en Brasil. “Elegí vivir en un país donde existe la democracia y se respetan las libertades y los derechos humanos. Además, en mi tierra natal, el arte contemporáneo es reprimido por el estado, pero aún existe, incluso con su apoyo. Hay ferias, bienales, galerías, pero en comparación con Brasil, hay muy pocas”, cuenta.

Su principal pasión es la recolección de grabaciones de campo, que integra en sus instalaciones sonoras inmersivas, videos y obras gráficas. Oksana no solo escucha, sino que "visualiza el sonido", transmutando audios en imágenes y fotografías en "ruidos". Teje historias sonoras y elabora retratos sónicos, combinando grabaciones de campo con entrevistas y notas personales, materializándolas en lo visual y lo físico.

Seleccionada por el jurado de SACO, la artista presentará su proyecto actual, Susurro de las estrellas, una constelación de sonidos de América del Sur que cuenta una historia de Norte a Sur, colocando los sonidos en la constelación simbólica de la Osa Mayor. “Estoy feliz de tener el privilegio de presentar mi instalación en Antofagasta y tengo curiosidad por la experiencia de escuchar los sonidos brillantes, que recuerdan al sonido del norte, aquí en el hemisferio sur. También tengo mucha curiosidad por visitar y escuchar el desierto más seco del mundo”, dice la artista.

La obra está inspirada en una historia que Oksana conoció de adolescente sobre un sonido único que ahora está desapareciendo en el extremo norte del planeta debido al cambio climático. Se trata del “susurro de las estrellas", un fenómeno siberiano, donde el aire exhalado a temperaturas extremas de -50°C se congela y sus cristales de hielo chocan, creando un sonido similar a granos susurrando, que los nativos yakutos asociaban con la abundancia estelar. Oksana se inspiró en el lema de la Bienal SACO "Ecosistemas oscuros" para idear una forma de preservarlo. Su proyecto busca recrear este sonido a través de la narración y la colaboración, utilizando el susurro de semillas de distintos granos sudamericanos, grabados con la ayuda de amigos, incluyendo grabaciones de Uruguay, Argentina, Colombia, Perú, Brasil, Ecuador y Chile.

Ruido Cintilante, Oksana Rudko, 2023

Según Oksana, el arte le permite seguir conectada a lo simple y profundo de la existencia humana. “Quiero permanecer consciente, seguir escuchando el mundo, multiplicar la poesía de la vida y la curiosidad, hacer descubrimientos y compartir historias que sostengan la fe en los milagros. Aunque no creo que el arte como tal pueda salvar este mundo, definitivamente es un reflejo de él y puede influir en la formación de nuestro futuro", dice.

En esa línea, su obra también comparte el espíritu total de la Bienal que más allá de ser una vitrina expositiva, aspira a ser un un espacio donde el arte y la vida se entrelazan para revelar lo oculto y lo esencial, pero también para ser fermento del pensamiento crítico y reflexivo. “Entre Valparaíso y Arequipa no hay ninguna escuela de arte, ni de historia del arte, ni de fotografía, ni de cine, ni de pedagogía en artes de la visualidad, ningún museo de arte, ninguna galería profesional, ni centro de investigación ni documentación. Entonces estamos hablando de un desierto en varios sentidos de la palabra, de un descampado, de un territorio abandonado”, sentencia Dagmara Wyskiel, quien a través de la Corporación Cultural SACO ha logrado levantar el tema y hacer sus propios aportes con iniciativas concretas como la creación del Diplomado en Microcuradurías que va en su segunda edición.

En el marco de la Bienal también se realizó un Congreso Regional, del 30 de junio al 2 de julio, donde se reunieron artistas, científicos, pensadores y comunidades para imaginar colectivamente el futuro del norte de Chile y hablar en torno a industria del arte, ciencia y tecnología. En ella, también participaron autoridades como la Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Macrozona Norte, Romina Figueroa; la encargada de Relaciones Regionales ESO Chile, Bárbara Nuñez; la Secretaria de Economías creativas del Mincap, Carolina Pereira y el Gobernador de la Región de Antofagasta, Ricardo Díaz.

“Parte de la misión de SACO es poner a la cultura en el centro de la mesa, porque normalmente estamos en el borde o ni siquiera nos invitan a la fiesta. Cuando se habla de futuro, de lo que es importante para un país, para la región, la cultura y el arte están absolutamente invisibilizadas, no son consideradas importantes. Entonces tomamos la decisión de dar vuelta esa situación y nosotros organizar y convocar, para asegurar que la cultura sea parte de la columna vertebral de cómo construir futuro”, concluye la directora de SACO.

Escrito por

Denisse Espinoza

Periodista egresada de la Universidad de Santiago de Chile. Trabajó durante una década en la sección Cultura de La Tercera, donde cubrió temas de artes visuales, arquitectura y fotografía. Fue jefa de contenidos de Fundación Teatro a Mil. Hoy es subeditora de revista Palabra Pública.

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