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Denisse Espinoza
Articulo

Desde 2015, la organización y su Encuentro Interdisciplinario sobre la Muerte (EIM) se han desplegado como un espacio reflexivo pionero para abordar la muerte fuera del dogma religioso y acercarlo al rito colectivo. Este año tendrá dos jornadas –el 25 de octubre en Santiago y el 15 de noviembre en Valparaíso– que reunirán charlas, talleres, laboratorios y exposiciones de arte. Aquí hablamos con algunos creadores que exploran la muerte en la era de las redes sociales.

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¿Qué le sucede a una persona que ha estado a punto de morir, pero logra regresar a la vida? Algunas dicen recordar haber visto luces brillantes junto a una sensación de paz profunda; otras aseguran haberse salido de su cuerpo, o tener visiones de su vida completa en cámara rápida, incluso algunas dicen haberse reencontrado con seres queridos. 

Mientras estudiaba psicología, el artista e investigador Ignacio Gutierrez Crocco quedó fascinado con las experiencias cercanas a la muerte (ECM) y decidió adentrarse más en el tema. Leyó lo publicado por Raymond Moody, médico y filósofo que desde los 80 estudia la ECM y lo recogido por Sergio Peña y Lillo, psiquiatra chileno que exploró estos fenómenos a través de la hipnosis. A partir de ese cruce de lecturas, Gutiérrez decidió crear su propio proyecto artístico: una máquina que enfrentara al público local con su propia muerte, o más bien con una simulación de ella.

Así nació en 2014 la obra Espacio Psicoinductor Velorio: una estructura parecida a una sarcófago, donde el espectador debe ingresar por 20 minutos para vivir una experiencia multimedia que, a través de juegos de luces, espejos, sonidos envolventes, movimientos mécanicos y programas de software, reproduce distintos fenómenos o momentos del ECM como la hiperconciencia de sí mismo, la despersonalización, la experiencia túnel o el desdoblamiento del cuerpo. “Antes de cerrar la tapa realizo un ejercicio de relajación y una imaginería que recrea la primera etapa de escuchar que uno ha muerto. En este sentido, la obra es una composición escénica que voy activando presencialmente, como quien vela al que avanza en su tránsito de muerte”, explica el artista.

“Me di cuenta de que en Chile existe una relación conflictiva con la muerte, en la que no se habla ni piensa mucho al respecto y eso genera un mayor temor ante el tema y con ello una menor preparación”, cuenta Gutierrez. “La obra tiene un efecto vitalizante en cierto tipo de público. Atrever a exponerse a la muerte de forma voluntaria y simular su proceso puede posicionarte en otro lugar de menor angustia frente a ella”, agrega.

Espacio Psicoinductor Velorio fue estrenada en 2014 en el contexto universitario, pero el resultado fue tan potente que al año siguiente, el artista junto a su hermana, la gestora cultural, Macarena Gutiérrez, decidieron crear la primera versión del Encuentro Interdisiciplinario sobre la Muerte (EIM), realizado en Estudio Panal, y que reunió conversatorios con expertos en teología, bioética y psicología; además de presentaciones de poesía, música y arte que abordaban el tema de la muerte desde distintas aristas. "Llegó mucho público, y con eso nos dimos cuenta de que, si bien la muerte es un tabú, también pasa que no hay espacios para hablar sobre ella, si es que no estás dentro de un margen de religión", explica Macarena Gutiérrez.

Al poco tiempo, ambos quisieron ir más allá y crear Fundación Muerte, una plataforma que tiene por objetivo agrupar y difundir el trabajo de organizaciones, creadores y activistas dedicados a la muerte y que este año celebra los 10 años del EIM. Esta nueva edición se desplegará del 25 de octubre al 8 de noviembre en Santiago, y del 15 al 28 de noviembre en Valparaíso. Como siempre entre las actividades habrá conversatorios, talleres, música y performances en vivo, exposiciones de arte, tertulias y un encuentro gastronómico. Todo con entrada liberada y asistencia por orden de llegada o inscripción previa.

Además, desde su tercera edición, el EIM se ha conformado en base a ejes curatoriales. Este año serán tres los que guiarán las conversaciones, talleres y exposiciones de arte: Creencias y prácticas mortuorias, Políticas de la muerte y Experiencias de muerte. En esta década, el debate sobre la muerte se ha ido abriendo. Según Macarena, la pandemia fue un gatillante importante para ver la posibilidad de la muerte como algo menos lejano, así como el dato demográfico de que nuestra sociedad está envejeciendo aceleradamente. Hoy también vivimos un contexto inédito en el que por primera vez la Comisión de Salud del Senado aprobó la idea de legislar sobre la eutanasia y la muerte médicamente asistida. Esto significa que el proyecto puede avanzar en su discusión parlamentaria, pero aún debe pasar por el debate en la sala del Senado, las indicaciones y posteriores votaciones antes de convertirse en ley.

Frente a esta discusión, Fundación Muerte también ha tomado acciones concretas para aportar a la reflexión como el documento de Voluntad Anticipada, un escrito tipo formulario que han estado desarrollando con diferentes especialistas para abrir la conversación del tema y específicamente para que cada persona pueda expresar consciente y libremente sus preferencias sobre los cuidados y tratamientos que quisiera recibir en situaciones de enfermedad compleja o sobre sus ritos funerarios. 

“Hubo un momento en Occidente en que se cambió el paradigma de la vida y la muerte. Es algo también muy propio del sistema capitalista, con su foco puesto en el consumo de la vida y el pensamiento positivista, han tendido a negar la muerte, la enfermedad y la vejez, delegando además los ritos comunitarios a la industria funeraria y la regulación, lo que ha 'escondido la muerte'", sostiene Macarena.

En ese sentido el EIM se ha convertido en una plataforma efectiva y necesaria de discusión, reflexión y creación artística en torno a la muerte. “Creemos que el arte se erige como una herramienta crucial de mediación y práctica ritual. Funciona más o menos como el sueño, donde estos contenidos renegados o repelidos, pasan de forma velada por el trabajo y la elaboración del artista", dice Ignacio Gutiérrez, quien para este aniversario reeditará su obra, ahora llamada simplemente Velorio.

“La monté anualmente en cada EIM hasta el 2019, donde más de 350 personas vivieron la experiencia y sólo tres han apretado el botón de evacuación. A la mayoría también les aplique una encuesta donde indago sobre el alcance que tiene la percepción de cada etapa. En esta edición, voy mostrar la obra como instalación, con sus resultados, y también voy hacer unas 20 sesiones íntegras en Valparaíso”, cuenta el artista.

Las obras de artistas y colectivos como Zaida González, Enzo Cortavitarte, Cheryl Linette, Pésimo Servicio, Sacha Seguel, Pájarx entre púas y Proyecto Chresis se exhibirán en dos exposiciones, donde se reunirán obras reeditadas de antiguas ediciones del EIM y obras nuevas. En Santiago la muestra se inaugura el 28 de octubre en el Palacio Pereira y el 18 de noviembre en el Centex de Valparaíso. Además, el EIM desarrollará su tradicional jornada principal de reflexión y música en vivo el 25 de octubre, de 16 a 23 horas, en Centro Perdido (Dardignac 255, Recoleta), mientras que en Valparaíso, la realizará el 15 de noviembre, de 16 a 21 horas, en el Parque Cultural de Valparaíso ex Cárcel.

FunerApp de Club de Posteo Niñx Cyborg

Tres miradas para un mismo abismo

Si bien a nivel de reflexión cotidiana la muerte puede ser considerada tabú, en el arte ha sido un tema inagotable de exploración que en este siglo ha encontrado nuevas preguntas, a partir de fenómenos como la hiperconexión, las redes sociales y la memoria digital. Tres propuestas artísticas — del colectivo Asociación Por La Irrelevancia (A.P.L.I), la artista Charlotte Vásquez y del Club de Posteo Niñx Cyborg— coincidirán en el décimo aniversario del EIM para explorar el cruce entre muerte, duelo y virtualidad, aunque cada una lo hace desde lenguajes y obsesiones distintas.

La obra Manual para un suicidio virtual de A.P.L.I –colectivo interdisciplinario que trabaja desde lo comunitario, el azar y lo lúdico– surge en 2018 a raíz de una convocatoria del EIM para su IV edición (Voluntad de Muerte), en la que plantearon una pregunta tan inquietante como absurda: ¿te suicidarías de Internet? La obra consistía una estación con computadores, donde el público podía sentarse y ver un video que les invitaba primero a reflexionar sobre distintas respuestas de personas encuestadas en la calle a propósito de su relación con las redes sociales. ¿Cómo era tu vida antes de Internet? o ¿Cuáles son tus primeros recuerdos de Internet? Eran algunas de las preguntas. Luego, el público era invitado a ejecutar acciones límites que lo “suicidarían virtualmente”, como destruir su propio celular y/o cerrar algunas aplicaciones de redes sociales. Al final, el colectivo hacía un conteo de los “suicidos virtuales” exitosos. Este año A.P.L.I repetirá la experiencia y comprobará qué tanto se ha profundizado nuestro vínculo con Internet.

“En ese tiempo nos sorprendió un montón darnos cuenta de que casi nadie está dispuesto a cerrar sus redes sociales, ni siquiera por un momento. En esa imposibilidad de desconectarse hay algo súper profundo, súper humano, que habla de la sociedad actual”, explica Venjamin Villalobos, uno de los integrantes de A.P.L.I

Esa fue la primera vez que el colectivo trabajaba en torno a la muerte. Sus proyectos anteriores habían reflexionado sobre los servicios, lo público y lo comunitario, siempre cruzado por el humor. “Nos encanta la burocracia, los trámites y en ese sentido usamos muchos recursos como la encuesta, el registro, las firmas de contrato. También usamos la actuación, la ficción y el absurdo, todo teñido por una pregunta que a nosotros nos parece vital ¿qué es relevante y qué no?", agrega el artista.

En cambio, la artista Charlotte Vásquez, quien trabaja con el sonido y la performance, explora la muerte desde la experiencia personal del duelo e intenta una “resurrección digital”. En su obra Carlos Vásquez, la artista recupera un año de mensajes digitales intercambiados con su padre fallecido a través de la plataforma Google Talk y los transforma en una voz robótica que lo hace reaparecer. “Me quedaban de él objetos físicos como la ropa, pero también un montón de cosas que se estaban transformando en desechos digitales. La pregunta fue: ¿qué hago con esto?” relata. La pieza funciona como ritual y exorcismo: “Fue un ejercicio de necromancia digital. No sé si me sentí mejor después, pero había una necesidad mía que me impulsó a hacerlo”.

Vásquez reconoce que ha debido enfrentarse varias veces al suicidio y a la muerte de amigos cercanos. Ese contacto continuo con la finitud la lleva a preguntarse por los ritos colectivos y los silencios sociales. “Actuamos como si los rituales mortuorios estuviesen cerrados desde siempre, cuando en realidad el proceso de la muerte no tiene una forma clara. Vivimos muriendo”, reflexiona.

Entre 2017 y 2019, el Club de Posteo Niñx Cyborg se conformó como un laboratorio de escritura y experimentación digital que reunió a siete artistas y activistas en torno a la vida cotidiana mediada por pantallas. De ahí nació FunerApp, una aplicación especulativa presentada en el EIM de 2019 que proponía diseñar el propio funeral como si fuera un posteo. “Queríamos pensar qué pasaba con nuestra huella digital después de la muerte. Lo interesante fue que durante el encuentro nos conseguimos un cajón fúnebre y la gente empezó a pedir entrar para sacarse fotos. Eso nos obligó a pensar en la selfie como nuevo rito mortuorio”, recuerda Esperanza Sepúlveda, parte del colectivo, que reeditará la obra en este décimo aniversario.

El gesto era tan irónico como perturbador: el ataúd convertido en cabina de fotos, el posteo como epitafio, los perfiles de Facebook como animitas virtuales. “En Chile la muerte sigue siendo un tema vedado y apagado. Pero en redes sociales los perfiles de los muertos funcionan como álbumes vivos, como un funeral expandido”, señala Fito Mellado, también integrante del colectivo.

Aunque el Club ya no existe, su obra anticipó debates que hoy atraviesan a la inteligencia artificial aplicada al duelo como los “griefbots”, chatbots que simulan la personalidad de una persona fallecida a partir de su residuo digital. “El tema de la IA y los griefbots me parece como estar viviendo en un capítulo de Black Mirror. Todo bien con llevar un proceso de duelo acompañado para hacerlo menos triste. Sin embargo, la artificialidad en la personalidad de la IA podría generar disociación en los usuarios y volver el duelo aún más traumático”, dice Mellado.

En A.P.L.I también coinciden en que hay que integrar las nuevas tecnologías a las experiencias humanas, pero hay que tener resguardos. “Hay mucho desconocimiento de cómo funcionan realmente las inteligencias artificiales o lo que pueden lograr con la mente humana. Hemos visto casos de personas que se han acercado más al suicidio o al homicidio después de haber conversado mucho tiempo con sus bots”, comenta Amanda Tapia, integrante de A.P.L.I.

“El problema es cuando la IA vuelve más real al bot que a la persona muerta. Puede convertirse en una relación viciosa. Hay que acercarse con cuidado”, advierte también Charlotte Vásquez, quien hace una distinción importante entre ese tipo de aplicaciones y de acciones como la suya. “Es bien distinto conversar con un bot a volver al perfil de Facebook de mi padre y dejarle un saludo de cumpleaños después de cinco años de muerte. Ese tipo de actos no esperan una respuesta, son para nosotras mismas, es un cariño que nos hacemos”, concluye.

Encuentro Interdisciplinario sobre la Muerte (EIM) VIII (2023): Necropolítica
Escrito por

Denisse Espinoza

Periodista egresada de la Universidad de Santiago de Chile. Trabajó durante una década en la sección Cultura de La Tercera, donde cubrió temas de artes visuales, arquitectura y fotografía. Fue jefa de contenidos de Fundación Teatro a Mil. Hoy es subeditora de revista Palabra Pública.

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