Por
Tatiana Julio
Articulo

Entre ecos, polvo y reverberaciones, "Tiempo de decaimiento temprano" transforma el MAC Quinta Normal en una caverna sonora donde seis artistas –Jorge Cabieses, Mónica Bate, Lucas Soffia, Francisco Sanfuentes, Rainer Krause y Matías Serrano– exploran la alegoría platónica a través de instalaciones acústicas que entrelazan memoria, tecnología y percepción. ¡Últimos días para visitarla! Hasta el 7 de septiembre.

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Tecnología digital, cámaras de vigilancia, transistores y un crepitar acústico: ¿cómo trazar los límites de la caverna en el siglo XXI? ¿Podría el sonido convertirse en un  estado meditativo que conduzca a la iluminación? 

Entre sombras acústicas y ecos distantes se despliega Tiempo de decaimiento temprano, exposición del Núcleo Artes Sonoras (N_AS) actualmente exhibida en el MAC Quinta Normal. Desde este espacio, Jorge Cabieses, Mónica Bate, Lucas Soffia, Francisco Sanfuentes, Rainer Krause y Matías Serrano toman como punto de partida la alegoría de la caverna de La República de Platón para articular un diálogo en torno a la sombra del conocimiento.

Una sombra que se transforma en vestigio sonoro, en huellas del habitar, en rastros del tiempo, polvo, partículas, luces tenues que persisten, hendiduras en el suelo, grietas estructurales… en seis piezas de arte sonoro y en todo aquello que el espacio museal oculta.

“Uno de nosotros duda si los sonidos son afuera o aquí, porque hay momentos en que nacen como desde adentro, y a lo largo de esa hora entramos (...) donde todo se confunde y nada es menos cierto que su contrario”, escribió Julio Cortázar (Bestiario, 1951). La cita resuena ante la aparición repentina de ciertos sonidos, extraños e inefables: huellas evidentes de una presencia que parece provenir de algún rincón de la casa, del sótano o de las salas de exhibición, para chocar de frente con el año 2025 y contra los muros del museo.

Mientras recorremos la exposición, comprendemos que nuestra atención al presente se convierte en la única –quizás imposible, pero única al fin– vía para reconocer esos sonidos difusos que se alojan en la distancia. Early Decay Time, concepto que da nombre a la muestra, remite al fenómeno acústico que describe el tiempo que tardan los primeros rebotes del sonido en chocar contra las paredes. Cuanto más prolongado es, menor resulta la claridad auditiva, lo que intensifica el juego perceptivo entre las obras.

El sótano es la caverna. Un espacio que se manifiesta, directa o indirectamente, en cada una de las piezas; una mezcla entre lo que se encuentra in situ, lo que reverbera en los muros y lo que viaja de una sala a otra, integrándose a las obras vecinas. Voces, vibraciones y el museo –frío, blanco, solitario– nos conducen a una calma que recuerda las meditaciones de René Laloux en La planète sauvage (1973), pero esta vez, con el beneficio de ser nosotros quienes encarnamos a los Draags.

De este modo, nos convertimos en parte de un espacio que acoge ondas que se encuentran, se separan, nos trasladan, se abrazan y buscan una nueva aproximación. Esa mezcla, inicialmente invisible a nuestros ojos, termina por volverse tan pregnante que parece recorrer el espacio, revelándose como un haz de luz en medio de esa pequeña oscuridad. Desde ahí, es la intuición la que nos conduce en la construcción de este nuevo conocimiento.

"MAC QN Echo Chamber" de Lucas Soffia. Foto: Clo Rojo.

Mirar hacia el interior es tan importante como mirar hacia el exterior 

Más allá del tono cliché que ha adquirido la frase “como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera”, este principio de correspondencia sigue siendo esencial para situarnos en el mundo. Nos permite comprender, por ejemplo, la obra Síndrome de Ménière de Jorge Cabieses, que emplea una cámara de vigilancia para transmitir en vivo lo que ocurre en el subsuelo del museo, explorando y tensionando memorias. Con sutiles guiños, el artista alude a la fobia a volar que padece desde la niñez, evocando temores originados en sus primeros recuerdos de infancia. La obra nos invita a reflexionar sobre hasta qué punto esas experiencias tempranas inciden en la vida adulta y cómo se procesan, considerando que la percepción es siempre una vivencia singular e irrepetible..

En estos distintos niveles de realidad, especulación y experiencia, emergen también ideas que atraviesan los macro y microcosmos. En la intersección de ambos universos se sitúa MAC QN Echo Chamber de Lucas Soffia. Esta obra se construye a partir de una serie de tornamesas modificadas, discos de vinilo artesanales, arduinos, cables de audio, parlantes y un televisor CRT, entre otros dispositivos, que no solo nos trasladan a otro espacio, sino, más bien, a otro tiempo.

Lo que podría parecer una escena distópica o retrofuturista –una especie de vacío, una atmósfera en tonos cálidos cargada de azufre, imágenes retro, nostalgia, fantasmas y tecnología obsoleta– entra en diálogo con las ideas de un afuera y un adentro. A través de la degradación y la mezcla de sonidos propios de la obra con los sonidos ambientales, debido a la prolongada reverberación de los pasillos, terminamos habitando el espacio en su totalidad, como si fuera una caverna de ecos eternos.

Algunos sonidos siguen siendo difíciles de separar o definir. Podemos sentir que, a veces, pasan años: las cosas se llenan de polvo, envejecen, se astillan, pero, eventualmente, todo encuentra su forma. Es precisamente ahí donde el caos deviene definición, el bullicio se transforma en melodía y la separación en unidad.

El polvo, como huella temporal, forma parte del conjunto de obras y ha sido recogido, rescatado por otros artistas. Es una materia liminal, un recordatorio del orden temporal, del abandono; un signo del paso del tiempo que muere y sigue su curso sin importar cómo, cuándo o dónde. A su vez, constituye una marca que puede ser reanimada y dotada de una segunda vida, tal como sucede en la obra de Mónica Bate. Estas huellas de sonido quedan suspendidas como partículas; Dust nos remite a procesos creativos como Élevage de poussière/ Dust Breeding, obra de Man Ray y Marcel Duchamp, donde el polvo se transforma en un mundo aparte.

En ese caso, el polvo acumulado sobre El gran vidrio de Duchamp daría lugar, a inicios del surrealismo, a la que tal vez sea la primera fotografía surrealista, la imagen fue tomada por Man Ray en el taller del artista en Nueva York, gracias al polvo acumulado durante el tiempo en que Duchamp permaneció en su natal Francia en 1920. Publicada en la revista francesa Littérature (1922), apareció junto a un pie de foto que decía: “Voici le domaine de Rrose Sélavy. Comme il est aride – comme il est fertile / comme il est joyeux – comme il est triste! Vue prise en aéroplane. Par Man Ray, 1921.” (He aquí el dominio de Rrose Sélavy/ Qué árido es – qué fértil es / qué alegre es – qué triste es! Vista tomada desde un aeroplano. Por Man Ray, 1921).

Por otro lado, en el caso de Mónica Bate, su propuesta surge de un juego de palabras –muy duchampiano, por lo demás–: Dust: De Un Sentido Temporal. La obra utiliza un tubo de Kundt, mediante el cual la artista registra el paso del tiempo recolectando polvo y partículas del sótano del museo. Estos residuos son dispuestos en el interior del tubo y movilizados por la vibración de sonidos que remiten a su lugar de origen, haciendo visible una forma de temporalidad propia de un espacio en abandono.

Y… del alter ego de Marcel Duchamp, pasamos a la obra de Francisco Sanfuentes. El artista presenta Sonidos de otro lugar, donde revisita otros tiempos que resuenan persistentes en el museo, tiempos que se superponen entre lo que fue, lo que es y lo que será, mientras juega con la reactivación de los objetos y escombros dispersos por aquí y por allá. 

En este caso, el artista se apropia del sótano mediante una grabación de su recorrido por el subterráneo del museo. Se trata de una acción de reconocimiento del espacio, de la cual se desprenden pequeñas huellas de su paso: marcas realizadas con una punta de acero –herramienta propia del grabado en aguafuerte y punta seca– que constituyen vestigios de estancia en el lugar. De ese acto de exploración surge una composición sonora elaborada a partir del material registrado, que reúne sonidos fantasmales de un espacio abandonado y sin testigos, fuera de la vista y del oído de otros.

"Transistores en tránsito" de Matías Serrano. Foto: Clo Rojo.

Nubes invisibles, paisajes sonoros y divagaciones sobre el origen

¿Cómo suenan esas acciones? ¿Cómo se oye un gesto, un trazo, el movimiento, el habitar, el espacio? Los fantasmas. [|....|...|..|.|!|.|..|...|....|] Captcha piece es el título de la propuesta de Rainer Krause, una obra en la que el artista reflexiona sobre las condiciones de la propia producción artística mediante una banda sonora compuesta por registros realizados en el subsuelo del MAC. La pieza surge de la recolección de sonidos generados al mover diversos objetos, a los que se suman registros –editados digitalmente– de una conversación entre los miembros del Núcleo en torno a los conceptos de la exposición. El resultado es una composición sonora que actúa como medio para reorganizar el sentido de los signos que configuran, tal como un captcha, el proceso de trabajo del artista.

Finalmente, Matías Serrano presenta Transitores en tránsito, donde retoma el concepto de nube, propio del error masivamente propagado por el imaginario tecnológico contemporáneo, desde el cual se produce un desacoplamiento de los dispositivos para hacernos olvidar que toda tecnología tiene su origen en la tierra. Una especie de reseteo que nos recuerda una de las metáforas de La chinoise (Godard, 1967), porque ni la lengua ni el pensamiento existen aisladamente, sino que siempre emergen y se configuran en relación con un entorno –visible o invisible– que influye sobre ellos. La cosa va así:

Los egipcios creían que su lengua era el idioma de los dioses. Para comprobarlo encerraron a unos recién nacidos en una casa, fuera de cualquier contexto social, para ver si después hablarían. Si aprendían solos el egipcio. Volvieron quince años más tarde y vieron a los chiquillos hablando entre sí, pero balando como carneros. No se habían dado cuenta, al encerrarles, de que junto a la casa había un redil de carneros. 

Nuestro redil es la nube, y la inmaterialidad, nuestros balidos. La obra de Serrano rompe ese espejismo: “sin silicio, materia prima de los transistores y procesadores; sin cobre; sin el plástico proveniente de los combustibles fósiles, no hay tecnología. Y, al mismo tiempo, estos elementos, en su uso, se degradan a sí mismos, retornando finalmente a su condición de polvo. En ese trayecto, por medio de diversas energías, se mueven, se transforman y se relacionan”, menciona.

De este modo, mediante una propuesta de circuitería electrónica analógica, la obra interconecta compuertas lógicas que permiten a los electrones “conversar” entre sí a través de preguntas y respuestas. Esta interacción entre dispositivos, que se oye de lo más tierna, es provocada por el encuentro entre campos electromagnéticos e imanes, los cuales se van dando un pase entre ellos, cuando el momento es propicio para que puedan moverse.

Fue así como, al escuchar las diversas emanaciones provenientes del interior y el subsuelo del museo, surgieron tal vez más preguntas que respuestas. ¿Qué pasaría si algún día esos fueran los únicos sonidos que escucháramos? ¿Cuál sería el correcto? ¿Cuál el definitivo? ¿En cuál de todos los planos posibles de la caverna estamos viviendo? ¿De cuántas cavernas más nos tendremos que liberar?

Quizás siempre nos resulte extraño pensar que compartimos un espacio paralelo dentro de un mismo universo, y que solo el conocimiento nos entrega pistas sobre lo que vendrá. Tal vez seamos como los transistores, y debamos esperar que el campo electromagnético nos señale hacia dónde ir, o tal vez no. Pero ya no hay tiempo para más divagaciones. Es jueves 22 de mayo de 2025, y, según la cámara de Síndrome de Ménière, son exactamente las 15:27 hrs. El tiempo justo para una última mirada al museo: ya es hora de emprender el regreso a casa.

"[|....|...|..|.|!|.|..|...|....|] Captcha piece" de Rainer Krause. Foto: Clo Rojo.
Escrito por

Tatiana Julio

Artista visual, escritora e investigadora independiente. Licenciada en Artes por la UFT (2018) y Magíster en Artes por la Universidad de Chile (2022), actualmente cursa el Doctorado en Historia y Teoría de las Artes en la Universidad de Buenos Aires. Desde 2023 trabaja como asistente de investigación en Plataforma Arte & Medios, iniciativa chilena dedicada a los cruces entre arte, ciencia y tecnología. Ha presentado sus investigaciones en la XI Conferencia MediaArtHistories, Festival Internacional de la Imagen (Colombia), las V Jornadas Nacionales del Departamento de Filosofía (UBA, Argentina), el I Congreso de Archivos Audiovisuales de Arte (Argentina) y el I Congreso Corporalidades Sociales (España). Su trabajo artístico ha sido parte de exhibiciones como Escenas de lo virtual (Galería Espora, 2022), La comedia humana (MAC, 2022), Volver al futuro. 50 años UP (Galería Nemesio Antúnez, 2021), Artespacio Joven (Galería Artespacio, 2021) y Habitar hoy en Chile (Galería D21, 2020), entre otras. Es coautora de Volver al futuro. 50 años UP (Oxímoron, 2023), y en 2024 participó de la publicación Cuerpos en tránsito: explorando intersecciones emergentes y raíces culturales (Dykinson, España). Asimismo, ha escrito sobre artes mediales en Chile y el extranjero, colaborando con medios como Artishock, La Voz de los que Sobran, El Flasherito y PAM.

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