Por
Tatiana Julio
Articulo

La exposición "Decantaciones y resonaciones" de Claudia González indaga en las huellas visibles e invisibles del río Biobío, activando una escucha del territorio donde memoria, tecnología y ecología se entrelazan para revelar lo que el agua aún resguarda. A través de registros sonoros, dispositivos electrónicos y materiales recolectados a lo largo del cauce, la artista reconstruye un paisaje marcado por embalses, silencios impuestos y transformaciones irreversibles. La muestra propone un viaje que conecta filosofía, poesía y activismo ambiental, invitándonos a pensar cuánto de ese río sigue fluyendo bajo las capas de la ciudad.

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“Mirar el río hecho de tiempo y agua,
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.”

Arte Poética, 
J. L. Borges

En las hebras que tejen la historia, la imagen del río ha sido abordada por numerosos escritores, músicos, artistas, filósofos y poetas, quienes han visto en la naturaleza un reflejo de la condición, pero también de la contradicción del accionar propio del ser humano. Mientras damos una vuelta por la poesía de Borges, es inevitable preguntarse: ¿cuánto queda de ese río circulando en los cuerpos y rostros de quienes habitan la ciudad de Santiago?

El pasado 11 de octubre inauguró Decantaciones y resonaciones: ¿Dónde nace y termina el rumor del río?, de la artista visual chilena Claudia González Godoy, en Galería Gabriela Mistral, con la curaduría de Carolina Castro Jorquera. En este contexto, la artista nos invita a cuestionar los “estratos invisibles” y las “huellas sumergidas” en los territorios inundados por los embalses y las transformaciones que eso genera tanto a nivel material como simbólico.

González, quien ha desarrollado una obra vinculada al arte sonoro, la instalación y la experimentación con diversas tecnologías, toma las dos salas de la galería para desplegar un proyecto que transita entre lo natural y lo artificial, conformando un espacio íntimo que acerca la naturaleza al centro de la capital con el fin de reflexionar sobre las modificaciones que ha sufrido el ecosistema de nuestro país. La muestra, es el resultado de una investigación artística y ecológica, en la que la artista realizó performances sonoras a lo largo del curso del río Biobío, desde su nacimiento en la Laguna Galletué hasta su desembocadura en la Península de Hualpén.

Tan pronto llegamos, nos internamos en un espacio que fomenta los cruces entre el activismo socioambiental, el arte y la tecnología, con el fin de abordar y enfrentar los desafíos que representa el extractivismo. Entre placas electrónicas, conversores de audio y amplificadores, avanzamos lentamente por la tierra hasta llegar al agua. Allí, pequeños canastos de paja funcionan como diminutos parlantes; una bobina de cobre tejida en su interior y un imán en el centro permiten que el sonido se reproduzca desde cada uno de ellos.

Así, poco a poco, conectamos con las huellas imborrables que las industrias han dejado en la memoria ecológica del territorio chileno, contemplando a su vez las transformaciones del río, su memoria traducida en una experiencia sonora y los efectos que estas intervenciones han causado en las comunidades aledañas.

A través de reflexiones bioculturales, la artista nos presenta una instalación que condensa la imagen de un paisaje que lucha por conservar su autonomía, por encontrar la dirección para volver al origen que al principio fue. Mientras el embalse corrige, obliga y retiene, el río es cuerpo, memoria y sedimento del pasado. Preguntarse cuánto queda de ese río borgeano circulando en los cuerpos de quienes habitan esta ciudad es también preguntarse por la consistencia de la memoria, el autoconocimiento, el crecimiento, el tiempo, y el respeto por la naturaleza que hay en nosotros; por la unidad entre la conciencia y la razón que existe –o que debería existir– en nuestra identidad.

De esta forma, la exhibición adopta una postura clara, interpelándonos poéticamente ¿puede un río seguir sintiendo cuando sus nutrientes decantan y su sonido desaparece? 

Claudia González Godoy, "Hidroscopia / Loa", 2018. Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA), Santiago de Chile.

Claudia González Godoy, "Decantaciones y resonaciones: ¿Dónde nace y termina el rumor del río?", 2025. Galería Gabriela Mistral, Santiago de Chile.

II. Fluir sin un fin, más que fluir sin un fin

“Más que fluir, más que fluir…”, cantaba Cerati en 1999. Río Babel, el quinto track de Bocanada,  anunciaba ya su ingreso en el círculo de alegorías donde la vida se piensa a través del río, su cauce y sus transformaciones.

El olor a tierra mojada se mezcla entre ecos de obras que permanecen en la memoria colectiva; obras y artistas que nos han transmitido la urgencia por resguardar –y elevar– la conexión entre el ser y su entorno. Esa conexión, que nos sostiene como humanos, y que nos permite reconocer en el río no solo un curso de agua, no solo su cauce sino un espacio de trayectorias sin final, un órgano geográfico vital.

Los sonidos del agua se cuelan entre uno que otro bocinazo; aún es temprano, pero ya se siente el paso acelerado del Transantiago. La escena se divide en dos por el gran vidrio que separa el interior del exterior: un exterior que, a ratos, parece una pantalla inmensa donde se reproduce lo que es vivir en plena urbe: kioscos, vendedores ambulantes, prisa, un chico ofreciendo hamacas, emergencia y contingencia. Todo ello contrasta con la tierra húmeda, los canastos de paja, sus resonancias, el agua y la calma que nos resguarda dentro de la galería.

​​La ciudad sigue su curso, siempre caótico. Mientras caminamos descalzos sobre la tierra resquebrajada, rodeados de bellos instrumentos y bebiendo la pereza de soñar, nos enfrentamos así a la proyección de un video que reúne cauce, embalse, microorganismos, maquinaria y torres de alta tensión: las paradojas y contradicciones que giran alrededor del río. Todo ello es parte de la documentación que la artista realizó durante seis meses, un registro desprovisto de linealidad que, sin embargo, concentra la vitalidad del río en su flujo libre, contrastada con lo inerte, con las aguas detenidas del embalse, con la pérdida total de sonido y de vida.

Sabemos que las líneas de la creación artística funcionan en espiral: siempre volvemos a aquella inquietud inicial para abordarla una y otra vez, con mayor claridad y madurez. Así ocurre en el trabajo de González, donde obras como Hidroscopia / Mapocho (2015–2017), Rumor de Agua (2016) y Hidroscopia / Loa (2018) dan cuenta de su pasión por conocer lo que hay oculto en los cauces que recorren y atraviesan nuestro país, desde una mirada científica la artista ha indagado en las partículas que fluyen al interior de los ríos –con diversos grados de intervención–, un ejercicio común en cada una de sus propuestas, que, a su vez, ha delineado la ruta de su producción artística.

Del mismo modo, en las composiciones del cantautor trasandino, Bocanada marca un comienzo, la antesala de lo que vendría después en su creación musical, una búsqueda persistente de conexión entre lo natural, lo espiritual y lo animal; una invocación, un deseo de disfraz onírico frente a aquello que nos mantiene vinculados con nuestra naturaleza interna y que, por lo mismo, intentamos conservar.

Sin embargo, de la claridad y la fluidez al caos y la contaminación hay solo un paso. Así opera –lamentablemente– la razón humana: aquello que fluye libre tiende a ser domesticado, contenido o explotado. Desde ese mismo anhelo por resguardar lo que queda y hacer visible lo que alguna vez fluyó, emergen otros sonidos que acompañan el proyecto de González.

En 1995, la artista asiática Yin Xiuzhen presentó Washing River, una performance que abordó los problemas medioambientales a través del río y su deterioro, utilizando este proyecto también como reflejo de lo que ocurría en su país: el rápido desarrollo económico de China entre los 80 y 90 transformó numerosas zonas rurales en centros industriales repletos de fábricas. 

En esta obra, la artista extrajo diez metros cúbicos de agua contaminada del río Funan, en Chengdu, evidenciando cómo aquello que alguna vez se consideró el “río madre” se había convertido en una cloaca que recibía el 80% de las aguas residuales de la ciudad. “En la antigüedad, el río Funan de Chengdu se llamaba río Zhuojin. Poetas de la dinastía Tang elogiaron su belleza y lo describieron como un lugar donde las flores florecían en ambas orillas mientras las olas de la brisa primaveral arrastraban la arena.”

A partir de esa extracción, Xiuzhen transformó el agua en bloques de hielo que colocó en la orilla del río e invitó a los transeúntes a limpiarlo. En este acto poético, la artista y la comunidad trabajaron durante dos días, hasta que el hielo se derritió y volvió a fluir hacia su cauce, revelando así la importancia de rescatar la belleza y el anhelo por recomponer algo que no solo pertenece a la naturaleza, sino que también habla de nosotros y de nuestra esencia, conectada con todo lo que nos rodea.

Yin Xiuzhen. "Washing River" (detalle), 1995. Copia cromogénica. Colección M+ Sigg, Hong Kong. Donación. © Yin Xiuzhen

III. Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer

“Un día más, un día más…” El tiempo, la identidad y los sedimentos del pasado y de la vida se han borrado en la profundidad del cauce que alguna vez los llevó. El río como marca de lo que fue, pero que ya no pudo ser más. No solo el desvío de los cauces y la contaminación provoca una modificación irreversible en el ecosistema fluvial de las grandes ciudades. A veces, por más persistente que sea la lucha, se vuelve imposible rescatar a la naturaleza del avance de la industria. Obras como Where has the river gone? (2000), del artista japonés Yukihisa Isobe, hacen reaparecer antiguos cauces borrados por la acción humana.

En este caso, a través de una instalación emplazada en los campos de arroz de la región de Echigo-Tsumari, el artista dispuso 600 postes con banderas amarillas para trazar el antiguo recorrido del río Shinano de aproximadamente tres kilómetros  y medio de longitud, desviado precisamente por la acción humana. Así, Isobe convirtió el paisaje en un mapa tridimensional donde lo ausente se hace visible, mediante una huella geométrica que revela la memoria del río y su desplazamiento forzado. 

La reflexión del artista japonés acompaña la pregunta por los estratos invisibles, cómo elevar las huellas sumergidas y traerlas a la superficie, tal como recuerda Borges, el arte está para visibilizar, para ser documento, memoria, advertencia y testigo:

“A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.”

En este sentido, Arte poética también se suma a las alegorías entre el cauce del río y la vida, es un claro reflejo de la libertad del ser, del devenir perpetuo presente, a su vez, en la filosofía de Heráclito, tantas veces citada en la poesía borgeana. Un espacio donde todo fluye y nada permanece; de ahí las paráfrasis modernas: “Ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo río, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”. Y, aunque bastante simplificada, la idea es real: “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”, porque “En los mismos ríos entramos y no entramos, somos y no somos”.

El trabajo de González lleva consigo la carga de un paisaje que se modifica a cada segundo a nuestro alrededor, y nosotros con él. Decantaciones y resonaciones es un espejo de la libertad de la artista: del gesto de traer a la superficie aquello que decanta en la profundidad para hacerlo aparecer en medio del ruido ensordecedor de la ciudad. Es justamente esto lo que otorga resonancia a su propuesta. 

Esto no es azar. Existe algo que va más allá de la música, de la poesía, de la filosofía y del arte: una especie de conexión subterránea que nos une sin importar épocas ni latitudes. En este caso, González nos la presenta a través de la quietud, como una invitación a observar, dejar descansar nuestro entorno, respetar su cauce, escuchar la belleza de la naturaleza, reflexionar y permitir que el curso del agua nos lleve donde nunca fuimos, por senderos que se bifurcan, por mundos paralelos, porque todo está pasando aquí y ahora.

Yukihisa Isobe, "Where Has the River Gone?", 2000. Fotografía: Osamu Nakamura. Trienal de Echigo-Tsumari, Japón.

Referencias

Borges, J. L. Obras completas II: 1952–1972. Buenos Aires: Emecé, 2010, p. 263.

Cerati, G. Bocanada. BMG, 1999.
(Pistas mencionadas: “Paseo inmoral”, “Río Babel”, “Bocanada”, “Beautiful”, “Puente”, “Aquí & Ahora (Los primeros 3 minutos)”).

Elogio de Parménides. Una modesta visión de la eternidad. Recuperado de:
http://tux.iar.unlp.edu.ar/divulgacion/art-difu-24.htm

Claudia González — Proyectos
http://www.claudiagonzalez.cl/proyectos/

M+ Museum — Yin Xiuzhen, “Washing River”
https://www.mplus.org.hk/en/magazine/yin-xiuzhen-s-performance-washing-river/

Echigo-Tsumari Art Field — Yukihisa Isobe
https://www.echigo-tsumari.jp/en/media/200515-isobeyukihisa/

Where Has the River Gone?
https://www.echigo-tsumari.jp/en/art/artwork/where_has_the_river_gone/

El agua en el río de Heráclito: la transformación, las emociones y las letras
https://fahho.mx/el-agua-en-el-rio-de-heraclito-la-transformacion-las-emociones-las-letras/

Texto de sala: Decantaciones y resonaciones. ¿Dónde nace y termina el rumor del río?
Curaduría de Carolina Castro Jorquera, Galería Gabriela Mistral.

Escrito por

Tatiana Julio

Artista visual, escritora e investigadora independiente. Licenciada en Artes por la UFT (2018) y Magíster en Artes por la Universidad de Chile (2022), actualmente cursa el Doctorado en Historia y Teoría de las Artes en la Universidad de Buenos Aires. Desde 2023 trabaja como asistente de investigación en Plataforma Arte & Medios, iniciativa chilena dedicada a los cruces entre arte, ciencia y tecnología. Ha presentado sus investigaciones en la XI Conferencia MediaArtHistories, Festival Internacional de la Imagen (Colombia), las V Jornadas Nacionales del Departamento de Filosofía (UBA, Argentina), el I Congreso de Archivos Audiovisuales de Arte (Argentina) y el I Congreso Corporalidades Sociales (España). Su trabajo artístico ha sido parte de exhibiciones como Escenas de lo virtual (Galería Espora, 2022), La comedia humana (MAC, 2022), Volver al futuro. 50 años UP (Galería Nemesio Antúnez, 2021), Artespacio Joven (Galería Artespacio, 2021) y Habitar hoy en Chile (Galería D21, 2020), entre otras. Es coautora de Volver al futuro. 50 años UP (Oxímoron, 2023), y en 2024 participó de la publicación Cuerpos en tránsito: explorando intersecciones emergentes y raíces culturales (Dykinson, España). Asimismo, ha escrito sobre artes mediales en Chile y el extranjero, colaborando con medios como Artishock, La Voz de los que Sobran, El Flasherito y PAM.

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